ECO Circular | 8 setembre de 2021
De todos los sectores económicos, el turismo ha sido el más afectado por la COVID-19. Según el Instituto Nacional de Estadística, el año de 2020, se desplazaron a España 19 millones de extranjeros, lo que representa un descenso del 77,3%. Por consecuencia, el gasto acumulado en nuestra oferta turística, apenas alcanzó 19.740 millones de euros, una quinta parte de lo habitual antes de la pandemia.
Las ayudas asignadas a España en el Plan de Reconstrucción Europeo – Next Generation EU – suponen una oportunidad histórica para la economía española y en particular para su sector turístico.
Asimismo, las políticas y estrategias de la UE[1], que condicionan la atribución de estos fondos, son disruptivas respecto a los modelos de economía lineal y de turismo de masas, alineándose con los grandes retos globales actuales: digitalización, economía circular y adaptación al cambio climático.
En este contexto, es necesario diseñar una estrategia que permita al sector turístico español reposicionarse hacia un modelo desestacionalizado, más cualitativo y regenerativo.
¿Qué es el turismo regenerativo?
Según la definición de La Buena Huella: “El Turismo Regenerativo (TR) es una propuesta de desarrollo turístico que va más allá del plano de la sostenibilidad para focalizarse en la relación entre visitantes y locales con el hábitat que los rodea y en las experiencias e impacto que derivan de esta vinculación”.
Se trata pues de poner en valor, de una forma disruptiva: ¿cómo la actividad turística puede y debe impactar positivamente y de manera directa en el desarrollo local?
Para contestar a esta cuestión, hay que considerar que:
- en cuanto a la comunidad de acogida se refiere, este modelo favorece la participación y contribución activa de los viajeros al medio, a través de la búsqueda de la sostenibilidad de los recursos naturales y patrimoniales, así como la recuperación de espacios como bienes de interés turístico;
- respecto a las repercusiones en el ámbito financiero, el turismo regenerativo incentiva la participación activa del comercio local, como parte del atractivo del destino, hecho este que resulta esencial para promover un desarrollo económico esencialmente Km cero.
El TR, pretende minimizar los posibles impactos negativos derivados de una infraestructura turística y maximizar los múltiples beneficios económicos y sociales que resultan de su actividad, bajo el lema: “si al establecimiento le va bien, al planeta le va mejor”.
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